Parece que ya se está haciendo costumbre el que nos refiramos en este espacio al presidente Calderón, pero la verdad es que ha estado haciendo lo necesario para que así sea. Empezando por el asunto del Encuentro Mundial de la Familia, organizado por la Iglesia Católica en México, y al que asistió el presidente Calderón para su apertura; eso en sí mismo resultó una provocación para sus detractores, que defienden la laicidad del estado de una forma jacobina. Luego el discurso que pronunció asumiendo una postura ultraconservadora y descalificadora de toda forma de familia distinta a la tradicional y, peor aún, culpando a esas familias no tradicionales de la delincuencia y otros males sociales, lo que deja ver una visión simplista y poco informada de la problemática social no sólo en México, sino en el mundo.
Por otra parte está la tormenta que se ha desatado con los desatinos de Germán Martínez al frente del PAN y los desencuentros que ha provocado entre los militantes de ese partido. Aunado todo eso a la alianza vergonzosa con Elba Esther Gordillo y los pagos que le ha realizado con posiciones en el gobierno y en instituciones descentralizadas, como la Lotería Nacional.
Es triste ver cómo el capital político del presidente, que de por sí era muy poco, se dilapida en estrategias fallidas como lo han sido su guerra contra el narcotráfico, su falta de decisión para cesar a sus colaboradores acusados con pruebas de acciones incorrectas y hasta penales, y su falta tambén de operación política en lo que respecta a su propio partido.
Parece que el precio que está pagando por llegar a la presidencia es demasiado alto y le impide actuar con decisión, en bunca del bien de la Nación y de acuerdo a los principios tan caros y cacareados de los panistas, que han tenido que apechugar alianzas con PRI y con el PANAL, en aras de sacar adelante algunas propuestas del presidente Calderón; aunque sabemos que, en su mayoría, se ha tratado de custiones más de índole mediático que de efectividad política y buen gobierno.