domingo, 5 de abril de 2009

¡Otra vez!

Es inevitable que volvamos a referirnos a Genaro García Luna, Secretario de Seguridad del país, protegido con todo y contra todos por el presidente Calderón pese a las acusaciones de todo tipo que pesan sobre su defendido, que van desde sus supuestos nexos con el crimen organizado, pasando por su propensión a realizar montajes de sus operaciones contra la delincuencia para los medios hasta las dudas sobre el origen y transparencia de su fortuna personal.
En un gran trabajo periodístico de Anabel Ferreira, Reporte Índigo de Ramón Alberto Garza ha puesto el dedo en el renglón del origen de los recursos cuantiosos que García Luna ha utilizado y utiliza en la construcción de una residencia en el fraccionamiento exclusivo de la ciudad de México, Jardines de la Montaña. Como respuesta al reportaje García Luna hizo lo que mejor le sale: creó un distractor mediático deteniendo a unos reporteros de la cadena de televisión TVC que fueron a filmar la construcción a la que hizo referencia Reporte Índigo, anunciando a los medios que detuvieron a personas que buscaban hacerle daño a su familia; pese a que de inmediato los detenidos se identificaron y su medio los respaldó como trabajadores en busca de una nota periodística los mantuvieron detenidos durante quince horas “para interrogarlos”.
El señor Genaro García Luna, incomprensiblemente sostenido, defendido y ensalzado por el presidente Calderón, debería salir a demostrar que las dudas sobre su conducta, profesionalismo y probidad son infundadas; sin embargo ha optado por defenderse haciéndose la víctima de ataques en su contra por su desempeño como Secretario de Seguridad, y ha enviado a la cárcel a quienes han denunciado sus supuestos nexos con los cárteles de narcotraficantes.
El cinismo de los funcionarios públicos en México es parte de lo que carcome a la política mexicana, la falta de consecuencias para las acciones de quienes operan al amparo de un puesto público y son protegidos por los demás para que, a su vez, los demás sean protegidos por los primeros. Así cabe preguntarse ¿qué le debe el presidente Calderón a Genaro García Luna para que lo proteja de la forma en que lo hace, y arriesgue su propia reputación en ello?