Arturo Chávez Chávez es el flamante Procurador General de la República, en contra de las voces que lo descalifican para el cargo con base en su actuación como procurador en Chihuahua ante la ola de feminicidios, donde, pese a sus afirmaciones, existe la total falta de eficacia y también de sensibilidad social, por parte del nuevo encargado de procurar la justicia en nuestro país. Ante las críticas de su actuación entonces, reconoció insuficiencias pero las achacó a la falta de preparación de los subalternos que tuvo, no como algo propio.
El mensaje de su arribo al cargo tiene dos lecturas. La primera es que, nuevamente, el presidente Calderón se atiene a criterios como la amistad y la lealtad para el nombramiento de funcionarios clave en la gestión gubernamental, desoyendo la voz de la experiencia de los tres años pasados, durante los cuales los nombramientos realizados así han dado tan pocos resultados eficaces. En ese mismo sentido, también está la cuestión que viene a probar de nueva cuenta el que en la actuación de todos los niveles de gobierno primero están las componendas y los arreglos políticos que el interés porque haya beneficios a los ciudadanos.
La segunda lectura tiene que ver con la línea dura que ha tratado de imprimirse, así sea en detrimento de la justicia y la transparencia, durante este sexenio; parece que durante los años que le restan al presidente Calderón poco o nada podemos esperar en cuanto al mejoramiento de la procuración de justicia y la seguridad en el país, ya que tendremos más de lo mismo y, lo peor, la continuación del imperio de Genaro García Luna como el zar de las policías en México. Lástima, porque se está desaprovechando la oportunidad de intentar corregir el rumbo.
El mensaje de su arribo al cargo tiene dos lecturas. La primera es que, nuevamente, el presidente Calderón se atiene a criterios como la amistad y la lealtad para el nombramiento de funcionarios clave en la gestión gubernamental, desoyendo la voz de la experiencia de los tres años pasados, durante los cuales los nombramientos realizados así han dado tan pocos resultados eficaces. En ese mismo sentido, también está la cuestión que viene a probar de nueva cuenta el que en la actuación de todos los niveles de gobierno primero están las componendas y los arreglos políticos que el interés porque haya beneficios a los ciudadanos.
La segunda lectura tiene que ver con la línea dura que ha tratado de imprimirse, así sea en detrimento de la justicia y la transparencia, durante este sexenio; parece que durante los años que le restan al presidente Calderón poco o nada podemos esperar en cuanto al mejoramiento de la procuración de justicia y la seguridad en el país, ya que tendremos más de lo mismo y, lo peor, la continuación del imperio de Genaro García Luna como el zar de las policías en México. Lástima, porque se está desaprovechando la oportunidad de intentar corregir el rumbo.