Marcelo Ebrard es un claro ejemplo de lo que López Obrador puso de moda allá en los lejanos comienzos de la década cuando accedió a la jefatura de gobierno del Distrito Federal: no importa el tema, lo que suceda en la ciudad o afecte a los ciudadanos, siempre que haya cobertura mediática y se esté en la voca de los periodistas, jilgueros y todo tipo de interesados o no. Y Ebrard aprendió y muy bien; ahora incluso ya aceptó que va por la presidencia de la república en el 2012, dándole la espalda a López Obrador.
En ese tenor organizó "la consulta sobre la reforma energética" el domingo 27 de julio, dando una muestra más de cómo se las gastan los perredistas ( o debiéramos decir ex-priistas) en tratándose de elecciones. Hubo de todo, compra de votos, organización de cadenas, presiones y todo tipo de corruptelas. Y, al final, "la voluntad popular" se expresó dando un rotundo no a la reforma, según Ebrard. Claro que para nada es importante el que únicamente votaron 870,000 personas en le D.F., de un universo de 8,000,000, dando un claro ejemplo de lo que es la democracia fast track que tratan de imponer Marcelo y sus corifeos.
Nota sí hubo, y claro que "vamos a defender la voluntad popular", faltaba más, seguramente igual que aquél que prometió defender al peso como un perro.
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