La derrota del estado mexicano ante la violencia desmedida desatada en los últimos años en nuestro país ha tomado carta de naturalización, sobre todo cuando vemos que lo único que hacen las autoridades es llevar la cuenta de cuántos muertos hay día a día en las plazas más disputadas como Ciudad Juárez, Guadalajara y otras ciudades azotadas por la violencia sin fin.
La incapacidad del gobierno es el reflejo de su claudicación ante la avalancha de delitos, por lo que ha optado por retirarse en la práctica de su labor fundamental que es la de dar seguridad a sus ciudadanos.
El recuento de los muertos con la única explicación de que se trata de delincuentes no es lo que una sociedad civilizada espera de quienes son los encargados de mantener el sistema de justicia en el país. No por ser delincuentes está bien que sean asesinados, y la política de exterminio nunca ha sido la solución para problemas sociales.
Un duelo de pistoleros y la utilización irrestricta de la fuerza letal no pueden ni deben ser asumidas como políticas de estado, a menos que se trate de un estado en franco proceso de descomposición, al que lo más precioso de los seres humanos que es la vida le resulta fútil, como parece ser el mexicano.
La barbarie de la matanza irrestricta, atizada por una lógica maniquea en la que los buenos pueden matar a los malos, porque son los buenos y los malos pueden ser asesinados porque son los malos no es, no puede ser, una justificación para los miles de muertos y desaparecidos, mucho menos desde la óptica de un estado civilizado.
Hacer de la defensa de los derechos humanos un estigma para supuestamente favorecer a los delincuentes, únicamente coadyuva a la violencia irrefrenable en contra de los presuntos infractores de la ley, haciendo olvidar a la sociedad que el deber del estado es vigilar el cumplimiento de la ley y no la venganza colectiva. Irremediablemente cuando un estado empieza a matar supuestos culpables termina matando a muchos inocentes.
miércoles, 20 de abril de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
Hora de actuar
El país se encuentra sumida en controversias internacionales debido a la actuación de sus encargados de proporcionar seguridad y administrar justicia; por un lado el caso de la Florence Cassez que ha causado tanta polémica tensión en las relaciones bilaterales con Francia, donde ha quedado más demostrado la “actuación” –en el sentido histriónico- de la policía dirigida por Genaro García Luna, lo que ha puesto en entredicho la condena de la francesa, puesto que, independientemente de si realmente es o no culpable, lo que sí ha quedado claro es la fabricación mediática de la detención, poniendo en entredicho lo relativo al debido proceso de la inculpada.
El gobierno mexicano ha preferido defender a García Luna y sus montajes, ya que el de la francesa no ha sido el único, a buscar la verdad y la justicia, escudándose en la independencia de poderes y la soberanía nacional, sin que exista por lo menos una intención de detener los excesos protagónicos y publicitarios del poderoso Secretario de Seguridad Pública quien sigue cobijado por el presidente Calderón más allá de toda lógica política.
Por otro lado, en las últimas horas se ha sumado el asesinato de un agente estadounidense como consecuencia de un ataque en la carretera a San Luis Potosí, provocando una rápida y estruendosa reacción de los Estados Unidos exigiendo el esclarecimiento de los hechos y la detención de los culpable para hacerlos pagar por sus delitos.
Este último hecho puede ser la gota que derrame el vaso y lleve a que (¡por fin!) el gobierno mexicano tome acciones asertivas y caigan los encargados de la seguridad en el país, que durante el sexenio lo único que han logrado es el repudio unánime de los mexicanos y, por los casos señalados, ahora también de los extranjeros.
México parece ser el único país del mundo donde las acciones de los funcionarios públicos están lejos de traerles consecuencias, sin que importe el tamaño o proporción de sus desatinos y torpezas; prueba de ello son los casos de la guardería de Hermosillo donde fallecieron 49 infantes, los asesinatos múltiples que vivimos a diario que simplemente son contabilizados pero no investigados y los múltiples “daños colaterales” que han ocurrido en la llamada guerra contra el crimen, sin que ningún funcionario de alto nivel haya sido llamado a cuentas por sus acciones u omisiones.
Tal vez el sacrificio del agente estadounidense sea el punto de inflexión que lleve a los responsables de la conducción del país para tomar acciones enérgicas, así estas estén motivadas por las presiones internacionales.
El gobierno mexicano ha preferido defender a García Luna y sus montajes, ya que el de la francesa no ha sido el único, a buscar la verdad y la justicia, escudándose en la independencia de poderes y la soberanía nacional, sin que exista por lo menos una intención de detener los excesos protagónicos y publicitarios del poderoso Secretario de Seguridad Pública quien sigue cobijado por el presidente Calderón más allá de toda lógica política.
Por otro lado, en las últimas horas se ha sumado el asesinato de un agente estadounidense como consecuencia de un ataque en la carretera a San Luis Potosí, provocando una rápida y estruendosa reacción de los Estados Unidos exigiendo el esclarecimiento de los hechos y la detención de los culpable para hacerlos pagar por sus delitos.
Este último hecho puede ser la gota que derrame el vaso y lleve a que (¡por fin!) el gobierno mexicano tome acciones asertivas y caigan los encargados de la seguridad en el país, que durante el sexenio lo único que han logrado es el repudio unánime de los mexicanos y, por los casos señalados, ahora también de los extranjeros.
México parece ser el único país del mundo donde las acciones de los funcionarios públicos están lejos de traerles consecuencias, sin que importe el tamaño o proporción de sus desatinos y torpezas; prueba de ello son los casos de la guardería de Hermosillo donde fallecieron 49 infantes, los asesinatos múltiples que vivimos a diario que simplemente son contabilizados pero no investigados y los múltiples “daños colaterales” que han ocurrido en la llamada guerra contra el crimen, sin que ningún funcionario de alto nivel haya sido llamado a cuentas por sus acciones u omisiones.
Tal vez el sacrificio del agente estadounidense sea el punto de inflexión que lleve a los responsables de la conducción del país para tomar acciones enérgicas, así estas estén motivadas por las presiones internacionales.
martes, 15 de febrero de 2011
Morir como moscas
La derrota del estado mexicano ante la violencia desmedida desatada en los últimos años en nuestro país ha tomado carta de naturalización, sobre todo cuando vemos que lo único que hacen las autoridades es llevar la cuenta de cuántos muertos hay día a día en las plazas más disputadas como Ciudad Juárez, Guadalajara y otras ciudades azotadas por la violencia sin fin.
La incapacidad del gobierno es el reflejo de su claudicación ante la avalancha de delitos, por lo que ha optado por retirarse en la práctica de su labor fundamental que es la de dar seguridad a sus ciudadanos.
El recuento de los muertos con la única explicación de que se trata de delincuentes no es lo que una sociedad civilizada espera de quienes son los encargados de mantener el sistema de justicia en el país. No por ser delincuentes está bien que sean asesinados, y la política de exterminio nunca ha sido la solución para problemas sociales.
Un duelo de pistoleros y la utilización irrestricta de la fuerza letal no pueden ni deben ser asumidas como políticas de estado, a menos que se trate de un estado en franco proceso de descomposición, al que lo más precioso de los seres humanos que es la vida le resulta fútil, como parece ser el mexicano.
La incapacidad del gobierno es el reflejo de su claudicación ante la avalancha de delitos, por lo que ha optado por retirarse en la práctica de su labor fundamental que es la de dar seguridad a sus ciudadanos.
El recuento de los muertos con la única explicación de que se trata de delincuentes no es lo que una sociedad civilizada espera de quienes son los encargados de mantener el sistema de justicia en el país. No por ser delincuentes está bien que sean asesinados, y la política de exterminio nunca ha sido la solución para problemas sociales.
Un duelo de pistoleros y la utilización irrestricta de la fuerza letal no pueden ni deben ser asumidas como políticas de estado, a menos que se trate de un estado en franco proceso de descomposición, al que lo más precioso de los seres humanos que es la vida le resulta fútil, como parece ser el mexicano.
domingo, 1 de agosto de 2010
El robo de las pensiones
Una muestra más de que en México se busca la simulación del apego a las leyes, lo que convierte al sistema judicial en legalista y no justo, es la resolución del pasado 9 de junio de la Suprema Corte de Justicia que busca condenar a un retiro miserable a los trabajadores que hemos cotizado en IMSS desde hace más de veinte años, al establecer que el límite para calcular la pensión deben ser 10 salarios mínimos vigentes en Distrito Federal en lugar de los 25 que se han venido considerando, lo que en resumen reduce hasta en un 60% la renta que recibiría un pensionado con cotizaciones históricas (durante las últimas 250 semanas) en el tope, es decir con sueldos superiores a $43,000.00 mensuales; con la reforma dicha renta mensual sería máximo de cerca de $14,700.00. ¿Y la diferencia cotizada? Bien gracias, literalmente se la robará el IMSS.
El director actual del IMSS, Daniel Karam, salió rápidamente a decir que las pensiones actuales no serán tocadas, como si la promesa de un político en México tuviera algún valor; y aclaró que en adelante el Instituto tendrá que resolver qué hará con las pensiones de quienes estamos en el supuesto que se ha comentado pero que aún no somos pensionados. En pocas palabras, ya nos fregaron, o eso pretenden.
Es cierto que el IMSS está en una posición financiera muy comprometida, pero eso no es culpa de los trabajadores ni de los patrones, sino de quienes han administrado con criterios patrimonialistas y extrema corrupción sus recursos. También hay que reconocer que no necesariamente esos malos administradores son los que ahora están al frente del Instituto, pero lo que sí se puede decir de ellos es que en lugar de buscar a los verdaderos culpables, perseguirlos y hacerles pagar sus errores, buscan que los patrones y los trabajadores paguemos los platos rotos.
Veremos en qué parará todo este asunto, que es un verdadero atraco a quienes hemos cotizado, tanto patrones como trabajadores, y que por errores tanto de administración como de técnica jurídica y administrativa en las reformas que se han llevado a la práctica en 1992 y 1997, han puesto en un estado de indefensión a los futuros pensionados, buscando aplicar la ley pero dejando de lado la justicia.
El director actual del IMSS, Daniel Karam, salió rápidamente a decir que las pensiones actuales no serán tocadas, como si la promesa de un político en México tuviera algún valor; y aclaró que en adelante el Instituto tendrá que resolver qué hará con las pensiones de quienes estamos en el supuesto que se ha comentado pero que aún no somos pensionados. En pocas palabras, ya nos fregaron, o eso pretenden.
Es cierto que el IMSS está en una posición financiera muy comprometida, pero eso no es culpa de los trabajadores ni de los patrones, sino de quienes han administrado con criterios patrimonialistas y extrema corrupción sus recursos. También hay que reconocer que no necesariamente esos malos administradores son los que ahora están al frente del Instituto, pero lo que sí se puede decir de ellos es que en lugar de buscar a los verdaderos culpables, perseguirlos y hacerles pagar sus errores, buscan que los patrones y los trabajadores paguemos los platos rotos.
Veremos en qué parará todo este asunto, que es un verdadero atraco a quienes hemos cotizado, tanto patrones como trabajadores, y que por errores tanto de administración como de técnica jurídica y administrativa en las reformas que se han llevado a la práctica en 1992 y 1997, han puesto en un estado de indefensión a los futuros pensionados, buscando aplicar la ley pero dejando de lado la justicia.
martes, 1 de diciembre de 2009
El inicio del cuarto año
Hoy inicia el cuarto año de gobierno de Felipe Calderón, con un país sumido en la miseria, con todos los indicios de un estado fallido, lejos de la justicia social, la competitividad y la recuperación económica; en el pasado quedan tres años de inconsistencias, mentiras, promesas incumplidas y pago de facturas políticas en detrimento de la Nación.
Los más oscuros presagios se han cumplido, y ahora tenemos un país que lleva veinte años perdidos en educación, tecnología, productividad y cultura laboral. Peor aún, estamos perdiendo el bono demográfico y la oportunidad de generar riqueza, ahorro y crecimiento para el futuro de nuestros hijos; para colmo, la clase política actual es la más antipatriótica, corrupta e insensible, humana y socialmente, que haya tenido México en toda su historia, con lo que enfrentamos un presente terrible y un futuro ominoso.
Le quedan todavía tres años al gobierno de Calderón y, cuando todo está perdido para él, quiere "ahora sí" reinventarse como gobernante. "No quiero ser un presidente más" dijo en una entrevista. No señor Calderón, es seguro que no será recordado como un presidente más; usted será recordado como el presidente que terminó con la institución presidencial, con su credibilidad, con las pocas fotalezas que le quedaban y con su papel como el conductor de la política y la economía en México. Usted ha entregado al Poder Ejecutivo en manos del Legislativo, poniéndose de rodillas a cambio de cuentas de vidirio: una reforma petrolera que no reformó nada, una miscelánea fiscal que beneficia a los nuevos señores feudales del país, es decir a los gobernadores, en contra de los intereses de las mayorías; una oligarquía rentista que se hace rica a costa del pueblo.
Veremos qué nos depara el destino con un país algarete, sin rumbo ni piloto.
Los más oscuros presagios se han cumplido, y ahora tenemos un país que lleva veinte años perdidos en educación, tecnología, productividad y cultura laboral. Peor aún, estamos perdiendo el bono demográfico y la oportunidad de generar riqueza, ahorro y crecimiento para el futuro de nuestros hijos; para colmo, la clase política actual es la más antipatriótica, corrupta e insensible, humana y socialmente, que haya tenido México en toda su historia, con lo que enfrentamos un presente terrible y un futuro ominoso.
Le quedan todavía tres años al gobierno de Calderón y, cuando todo está perdido para él, quiere "ahora sí" reinventarse como gobernante. "No quiero ser un presidente más" dijo en una entrevista. No señor Calderón, es seguro que no será recordado como un presidente más; usted será recordado como el presidente que terminó con la institución presidencial, con su credibilidad, con las pocas fotalezas que le quedaban y con su papel como el conductor de la política y la economía en México. Usted ha entregado al Poder Ejecutivo en manos del Legislativo, poniéndose de rodillas a cambio de cuentas de vidirio: una reforma petrolera que no reformó nada, una miscelánea fiscal que beneficia a los nuevos señores feudales del país, es decir a los gobernadores, en contra de los intereses de las mayorías; una oligarquía rentista que se hace rica a costa del pueblo.
Veremos qué nos depara el destino con un país algarete, sin rumbo ni piloto.
jueves, 24 de septiembre de 2009
Más de lo mismo
Arturo Chávez Chávez es el flamante Procurador General de la República, en contra de las voces que lo descalifican para el cargo con base en su actuación como procurador en Chihuahua ante la ola de feminicidios, donde, pese a sus afirmaciones, existe la total falta de eficacia y también de sensibilidad social, por parte del nuevo encargado de procurar la justicia en nuestro país. Ante las críticas de su actuación entonces, reconoció insuficiencias pero las achacó a la falta de preparación de los subalternos que tuvo, no como algo propio.
El mensaje de su arribo al cargo tiene dos lecturas. La primera es que, nuevamente, el presidente Calderón se atiene a criterios como la amistad y la lealtad para el nombramiento de funcionarios clave en la gestión gubernamental, desoyendo la voz de la experiencia de los tres años pasados, durante los cuales los nombramientos realizados así han dado tan pocos resultados eficaces. En ese mismo sentido, también está la cuestión que viene a probar de nueva cuenta el que en la actuación de todos los niveles de gobierno primero están las componendas y los arreglos políticos que el interés porque haya beneficios a los ciudadanos.
La segunda lectura tiene que ver con la línea dura que ha tratado de imprimirse, así sea en detrimento de la justicia y la transparencia, durante este sexenio; parece que durante los años que le restan al presidente Calderón poco o nada podemos esperar en cuanto al mejoramiento de la procuración de justicia y la seguridad en el país, ya que tendremos más de lo mismo y, lo peor, la continuación del imperio de Genaro García Luna como el zar de las policías en México. Lástima, porque se está desaprovechando la oportunidad de intentar corregir el rumbo.
El mensaje de su arribo al cargo tiene dos lecturas. La primera es que, nuevamente, el presidente Calderón se atiene a criterios como la amistad y la lealtad para el nombramiento de funcionarios clave en la gestión gubernamental, desoyendo la voz de la experiencia de los tres años pasados, durante los cuales los nombramientos realizados así han dado tan pocos resultados eficaces. En ese mismo sentido, también está la cuestión que viene a probar de nueva cuenta el que en la actuación de todos los niveles de gobierno primero están las componendas y los arreglos políticos que el interés porque haya beneficios a los ciudadanos.
La segunda lectura tiene que ver con la línea dura que ha tratado de imprimirse, así sea en detrimento de la justicia y la transparencia, durante este sexenio; parece que durante los años que le restan al presidente Calderón poco o nada podemos esperar en cuanto al mejoramiento de la procuración de justicia y la seguridad en el país, ya que tendremos más de lo mismo y, lo peor, la continuación del imperio de Genaro García Luna como el zar de las policías en México. Lástima, porque se está desaprovechando la oportunidad de intentar corregir el rumbo.
martes, 22 de septiembre de 2009
Sólo algunos
“Sólo algunos están en contra del impuesto ´para ayudar a los pobres´” dijo Fernando Gómez Mont sobre el impuesto del 2% al consumo propuesto por el presidente Calderón, lo que no da un claro ejemplo de la percepción que quienes están en los más altos niveles del gobierno tienen sobre la realidad nacional. Seguramente el Secretario de Gobernación no conoce de historia ni ha leído a los clásicos como Cicerón o Hobbes entre otros, por lo que cree que la mayoría de la población está deseosa de pagar más impuestos. No señor secretario, el común de los mortales está a favor de mayores impuestos, porque históricamente ha sido así, y así seguirá siendo, sobre todo cuando los gobiernos, como el mexicano, no pueden justificar claramente el destino de las exacciones, como en el caso mexicano.
No extrañan las declaraciones, que forman parte de la supina ignorancia y la falta absoluta de sensibilidad política y social que los gobernantes mexicanos han exhibido históricamente, ahora claramente demostrado, sin que importe su supuesta procedencia ideológica: sean de derecha, izquierda o centro, antes de eso son funcionarios del gobierno, y con base en ello justifican lo injustificable.
Podrían argumentarse miles de razones técnicas sobre la propuesta de ingresos del gobierno calderonista, pero ningún eco tendrá, toda vez que no existen las mismas capacidades ni expectativas en el gobierno: únicamente quieren más recursos para mantener su gasto. Los pobres…¡que coman pasteles!
No extrañan las declaraciones, que forman parte de la supina ignorancia y la falta absoluta de sensibilidad política y social que los gobernantes mexicanos han exhibido históricamente, ahora claramente demostrado, sin que importe su supuesta procedencia ideológica: sean de derecha, izquierda o centro, antes de eso son funcionarios del gobierno, y con base en ello justifican lo injustificable.
Podrían argumentarse miles de razones técnicas sobre la propuesta de ingresos del gobierno calderonista, pero ningún eco tendrá, toda vez que no existen las mismas capacidades ni expectativas en el gobierno: únicamente quieren más recursos para mantener su gasto. Los pobres…¡que coman pasteles!
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