El presidente del PAN Germán Martínez parece haber emprendido una cruzada en contra de quien debiera ser objeto de sus cuidados y no de sus resbalones y gazapos , como lo demuestran sus declaraciones respecto al relevo de Luis Téllez en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por Juan Molinar; el presidente Calderón fue vapuleado por el festejo que hizo Martínez, dejando entrever que el que los poderes fácticos tiraran a uno de sus secretarios de estado era bueno.
Creo que el señor Martínez no pensó en que el presidente tuvo que hacer el cambio luego de la exhibición que se hiciera de Téllez con unas grabaciones telefónicas a todas luces ilegales, pero contundentemente reveladoras de la actitud y los intereses del vilipendiado funcionario.
La lucha está en su apogeo y parece que el presidente del partido en el poder no tiene más recursos que los que criticaba de los priistas cuando era parte de la oposición: dedazo, autoritarismo, descalificación, verborrea y ataques mediáticos. Al presidente Calderón ya se le olvidó que, de haber seguido ese camino su partido cuando el contendió contra el delfín de Fox, ahora no sería presidente de la república.
Habrá que ver qué hará Martínez en adelante, sobre todo para evitar que el presidente use la popular frase que da título a esta entrada.
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